No sé qué pretendo yo al tanto despedirme y poco irme, tampoco es que me lo piense mucho, supongo que son los cafés y aquellos cigarros que compartíamos a medianoche, cuando el insomnio se hacía presente y nos quitábamos el frío abrazando nuestros cuerpos. ¿O simplemente será el miedo a quedarme sola? Porque a fin de cuentas - y a pesar de tantas chingaderas - tu presencia es de las pocas que no me vacían ni me llenan, sino que me dejan a la mitad, queriendo(te) más y más…